Pascual Bravo fue un hombre que con un fuerte sentido de la justicia luchó hasta su último respiro por mejorar la vida de las personas. Un apasionado de los saberes que, con una visión adelantada a su tiempo, entendía que el conocimiento era el motor del desarrollo y el progreso. Desde su posición política fue capaz de proponer un cambio en el modelo educativo, un modelo que propuso que el conocimiento trascendiera las élites de la sociedad y le permitiera a las clases menos favorecidas encontrar oportunidades para mejorar su calidad de vida, a la vez que aportaba al desarrollo de un país que daba sus primeros pasos hacia la industrialización. Sus ideas planteadas en 1863 solo se convirtieron en una opción real 70 años después, en 1933, cuando surgió la idea de crear una escuela de artes y oficios.
El autodidacta visionario
Un 2 de julio de 1838, a las 11:15 de la noche, nació Pascual Bravo Echeverri en el municipio de Rionegro. Colombia atravesaba por uno de sus momentos más difíciles, un momento decisivo para su historia, su cultura y su gente, ya que se gestaba su conformación como nación. Desde pequeño fue un niño inteligente y un gran estudioso, lo que lo llevó a instruirse en matemáticas, ciencias físicas y naturales en los mejores colegios de Antioquia. Después enriqueció sus conocimientos con estudios de historia, jurisprudencia y administración. Al concluir su instrucción oficial, continuó con sus estudios de forma autónoma, mientras le ayudaba a su padre en sus negocios. Aún siendo joven, y por propia convicción, encontró su vocación entre los ideales liberales.
Pascual Bravo Echeverri fue un hábil negociante, compartió su actividad como empresario y agricultor, con su autoformación y con la política, actividad en la que más se destacó. Mientras ocurrían importantes sucesos, en su mayoría violentos, que llevaron al país de La Confederación Granadina a los Estados Unidos de Colombia. Pascual Bravo escribió prominentes ensayos que describen con gran precisión lo que ocurría en el país, y las consecuencias que para este se avecinaban.
Los pilares de Antioquia
Como buen hijo de su época y gran visionario del futuro no vio otro remedio que sumergirse en la lucha, como soldado y como patriota. En medio de la guerra fue apresado, por combatir y defender sus ideales. Con el triunfo de los liberales y las capitulaciones de los conservadores, Pascual fue liberado y, con solo 24 años, asumió el cargo público como Prefecto del Departamento de Santa Fe de Antioquia. Logró convertirse más adelante en diputado en la Legislatura Constituyente de Antioquia. El 16 de abril de 1863, con apenas 25 años, fue designado Presidente Provisorio del Estado Soberano de Antioquia, funciones que ejerció en propiedad desde el 29 de mayo de ese mismo año.
Durante sus ocho meses como gobernante se preocupó por dejar trazados en su programa de gobierno los pilares sobre los cuales se posaría la Antioquia que hoy conocemos. El Ferrocarril de Antioquia, la Casa de la Moneda de Medellín, la carretera al mar y la educación pública, en forma de una escuela de “artes y oficios”, que hoy lleva su nombre.
Debido a sus diferencias con opositores, que lo llevaron a múltiples enfrentamientos bélicos, Pascual Bravo encontró la muerte a los 25 años, el 4 de enero de 1864, en el combate de Cascajos cerca a Marinilla.
En 1979 el doctor Jorge Ospina Londoño en su libro Historia, ideología y política, dice: “…De Bravo se puede afirmar que fue consecuente con su manera de ser y con el contenido de las ideas que en la etapa oposicionista movilizó. Pues luego, como gobernante, actuó en armonía con sus promesas pretéritas y no cambió. Tenía personalidad auténtica. No fue un simulador, no fue un demagogo, más sí un representante auténtico de las ideas democráticas. Fue un radical que creyó en Dios como creen las mayorías liberales de Colombia; y, por su gran sensibilidad social, defendió y amparó los intereses del pueblo”.
1 comentario en “Pascual Bravo”
Excelente reseña, muy inspiradora!